EL DRAMATURGO

Relato fresco, violento, agitador. Espero que empaticéis con la ira de los protagonistas, y vosotros también, por un momento, queráis matarle.
EL DRAMATURGO

Aporreando a las puertas del cielo. Con las ráfagas de balas rozando nuestra alma. Las andanadas de rayos, con su fuerza ciclónica, amenazan con abatirnos. Los torbellinos de relámpagos resplandecen en un amanecer eterno, mientras el cielo se acolcha de algodones negros. Ciclones. Tormentas. Detente, dramaturgo, y no condenes más la existencia humana con tus tragedias luctuosas. Nosotros no hemos hecho nada para merecer el destino cruel de tu pluma, nosotros no hemos pedido tu sonrisa afilada de destrucción. Te agitaremos desde abajo. Te sacudiremos, te golpearás y amoratarás por todo tu cuerpo por las paredes en grietas de tu habitación celeste.
Tus múltiples obras de teatro mágicas se apilan en centenares de anaqueles que se funden con el tiempo, en un frangollo de predicción acertada que fue condenado a nuestra raza con el paso de los milenios. 
¡Tus risas de complacencia vil no hacen sino llamar al fuego de nuestros corazones! ¡No huyas! ¡No puedes! ¡Te daremos caza aunque tengamos que viajar con nuestras alas de bronce al infinito! ¡Cobarde! ¡No nos dejes aquí, parados en seco, observando tu rastro interminable de sangre seca, y revela su origen para que podamos clavar nuestro arpón más calcinante en tu  diabólico corazón!
El vacío en el que esperamos tus respuestas se acaba. Aunque nos quedemos sin que contestes a nuestras preguntas, merecerá la pena, con tal de verte languidecer, volverte de piel marmólea y aflojar tus dedos tenaces de escritor. ¡Bastardo! ¡Estás muerto, ¿nos oyes?!

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