Despedida

 Hola, ¿qué tal? Soy yo, vuestro escritor favorito. Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad?

Empecé a escribir en segundo de la ESO, a lo mejor, y dejé de escribir cuando empecé la universidad, más o menos. He tenido una serie de circunstancias, tanto físicas como psíquicas, que me han impedido escribir con la frecuencia y el entusiasmo con que lo hacía antes. Han pasado muchísimas cosas en mi vida... si me dijesen hace 4 años cómo iba a ser y estar yo ahora, les diría muy educadamente que qué se han fumado.

Cuando empecé la universidad, entré en una sima psíquica que, creo, tuvo mi creatividad hundida a lo largo de dos años. No tenía ganas de escribir, tenía el brillo vacío, sentía el alma seca. No es una sensación agradable para un artista. Hablando de lo cual, de lo de llamarme artista... hablando con perspectiva, quizás fui un poco pretencioso. A lo mejor no lo soy. Pero bueno, lo fuese o no, esa confianza en mí mismo, aunque a veces fuese arrogancia, me ayudó a producir algunos buenos textos, ¡cuanto menos divertidos!

Llevaba dos años sin ver este blog y hace unos días pensé, ¿por qué no le echo un ojo a mi viejo amigo? Y no os lo vais a creer. Pensé que todo sería basura mal escrita, mal pensada y mal hecha, pero eso no fue lo que me encontré. Me encontré relatos frescos, humor vivo, desvergüenza, despampairo, ¡alegría, ilusión! Mientras iba mirando las entradas, una por una, pensaba "¿Quién es este chaval que escribe tan fresco, como si no tuviese miedo a decir nada, como si apenas pensase lo que va a decir?". Luego esto, cuando lo pienso, tiene sentido. Antes yo escribía rápido como el rayo. Yo escribiendo era un ratatatatatatatatatatatatata. Era increíble de rápido. Con el tiempo, y a medida que he ido sabiendo más lingüística y he leído más libros, mi ritmo de escritura ha sido mucho más lento. Pondero las frases, las palabras, los mensajes, los párrafos, la puntuación. Cuando escribía las entradas de este blog, la escritura era para mí un juego y nada más. Ahora, que ha pasado el tiempo, la escritura es para mí alquimia. "Pero Javier, no puedes pensar de esa manera tan mecánica en la literatura. Escribirás cosas sin alma, has dejado de jugar, has reducida la literatura a una serie de fórmulas que ejecutas sin corazón". Ya sé, ya sé. ¿Crees que soy tonto? Que la literatura sea alquimia no impide que la siga viendo como un juego. La diferencia estriba en que antes jugaba a tres en raya y ahora juego al ajedrez tetradimensional, más o menos. No se puede jugar sin más, hay que hacerlo bien, y, para eso, hay que tener en cuenta muchas variables... y, además, por supuesto, recordar que es un juego. Yo quiero escribir cosas sobre todo divertidas. Alguna cosa triste caerá de por medio, pero sobre todo, divertidas. ¿Qué sentido tiene escribir cosas que la gente se aburra cuando las lea? Paso. Tras estar tres años obligado a leer clásicos, me repugna la idea de escribir libros que aburran tanto al lector como me aburrieron a mí ciertos libros de la carrera (La Regenta, por bien que esté escrita, es aburrida. No si eres una ama de casa encerrada en su casoplón todo el día en el siglo XIX, pero dudo que ese sea el caso).

Bueno, que eso, que he cambiado, y este blog para mí es el pasado. Por lo tanto, vamos de claras, no voy a volver a publicar nada aquí, solo vengo para despedirme. Si esperabas que algún día regresase envuelto en luz y cantos de ángeles, ¡lo siento!, no va a suceder. Sigo escribiendo, y sigo teniendo mis planes, pero este blog para mí es un museo y se va a quedar así. Fíjate que pensé en borrarlo, pero viendo las entradas y lo buenas que eran algunas, pensé: "Sería una pena privar a la gente de estas locuras. Solo borraré las cosas que podrían acabar conmigo en la cárcel dentro de 20 años". Así que si estás releyendo el blog y estás buscando alguna entrada en particular y no la encuentras, he ahí el porqué. Pero bueno, tienes el resto. Yo de ti estaría contento, la verdad.

Releyendo yo estas entradas, me hice consciente del viaje tan hermoso que había hecho yo escribiéndolas, y, por supuesto, del viaje tan hermoso que habrían hecho mis lectores leyéndolas. ¿Sabes? Es realmente increíble. Como os digo, estaba en esta sima del alma, pero cuando releí este blog, vi quién era yo de verdad, cuál era la esencia que a lo mejor había perdido por el camino. Fresco, pillo, con menos vergüenza de la que habría que tener, luminoso. Y a veces pesado y con frecuencia necesitado de cariño, las cosas como son. Pero a mí me cae bien mi yo de antes, con sus virtudes y sus defectos. Al fin y al cabo es mi padre en cierto sentido, ¿no? Él me ha hecho ser quien soy ahora. Nada de mí sería posible si él no hubiese tuviese ese modo de ser, cuya manifestación son los textos de este blog. Estas entradas no son solo textos literarios, sino que son además un disco duro donde creo que está mi esencia. ¿No os dais cuenta? Los textos de este blog me hicieron renacer. Mi yo del pasado me ha hecho recuperarme a mí mismo. He experimentado un renacimiento. Es una sensación gloriosa: ahora afrontaré mi vida con más valor y entusiasmo. Y eso incluye escribir, claro. ¡Viento en popa!

Ha sido un bonito viaje. Doy infinitas gracias a cualquiera que se haya paseado por aquí: sois mis lectores, sois mi público, sois lo más bonito que un escritor (o "escritor") pueda tener en este mundo. En serio... muchísimas gracias por acompañarme en este viaje. Ha sido precioso.

Quizás me he repetido o he dicho alguna tontería en esta entrada, ¿no? Bueno, a lo mejor. He escrito ratatatatatatatata, como en los viejos tiempos, y no me he detenido a pensar mucho. La espontaneidad es saludable también, ¿verdad? Aunque a lo mejor me he saltado algo... en fin, así es suficiente. Si no era importante, entonces normal que me lo haya saltado.

No os quito más tiempo. Perdón por hablar tanto de mí mismo (pensé que le podría interesar a alguien si algún día se pasase por aquí) y nos vemos a lo mejor en otra parte. Cuidaos mucho, un abrazo,

Javier

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