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Mostrando entradas de diciembre, 2016

No es otra Navidad

Sé que el pretérito perfecto simple de reír de tercera persona del singular no lleva tilde porque es monosílabo, pero he tomado la decisión de que la lleve. ¿Por qué? Porque puedo. Aunque no estoy muy convencido con el final, estoy bastante contento con este texto; ¿qué pasaría si un niño desease por Navidad que los problemas políticos se acabasen? Sería algo curioso; ea, pues, aquí lo tenéis. No es otra Navidad  -¿Qué quieres este año por Navidad, hijo? El niñito rubio de seis años encontró con sus intensos y cándidos ojos a los de Santa Claus, que lo mecía suavemente en sus rodillas.  -¡Que pida ya! ¡Hay más críos!-chilló una madre en algún lugar de la cola. -¡Deje que el niño piense!-respondió Santa con acritud, para mirar de nuevo al niño y volver a la voz dulce - ¿Qué quieres por Navidad? -¿Sabes? Trump últimamente ha estado muy tocanarices. Y el tirapetardos de Corea del Norte me da mala espina. El coletas no sé qué hace por el Parlamento. En Sudamérica, Maduro...

El nuevo Fahrenheit 451

La sátira me sale como un hueso de la carne, ugh. No digo que no haya buenos libros de texto, pero puedo contarlos con los dedos de la mano y... ¿qué diste hace cuatro años en el colegio? Si la respuesta es 'No tengo ni p*** idea', probablemente te gustará este texto. Si no, no avances... El nuevo Fahrenheit 451 ¿Ha leído usted Fahrenheit 451, o como se escriba/pronuncie? Seguro que sí, desde luego, es un libro muy bueno, y si no, tiene muchas papeletas de haberse visto la película. Si, sin embargo, usted vive cómodamente debajo de una piedra, le digo de qué va: es una sociedad distópica donde los bomberos queman libros, y por ello, hay gente que se dedica a aprenderlos de memoria. O algo de eso; un tipo es la Eneida de Virgilio, otro es el Hamlet de Shakespeare... usted lo habla con él y le recita su libro de memoria. Increíble, ¿verdad? Cosa de ficción, ¿verdad? Pues no se crea... Cada día nos vamos acercando más a esa sociedad distópica. ¡Pero usted se está marcando un

Cálamo y la lavadora

 Este texto va dedicado a un profesor mío de pintura que nunca mancha su traje. Siempre me pregunté como lo hacía, así que hice mi propia respuesta... (me inspiré en ti, pero soy escritor, así que espero que perdones mis licencias) Espero que disfrutes, disfrutéis, esta pequeña pieza de absurdo. Cálamo y la lavadora Antonio Cálamo era un pintor que, tras haber estado pintando algunos años, era profesor de dibujo en un colegio privado. De perfil afilado, ojos intensos y oscuros y pelo brillante por su ausencia, Cálamo siempre iba al trabajo en traje.  Tenía negro, azul, gris y gris más oscuro, y nunca en el tiempo que llevaba enseñando le habían visto manchárselos una sola vez. Daba igual que estuviesen en el aula de escultura, rodeados de polvo y arcilla, o que estuviesen mezclando botes de pintura; ni una mota se atrevía a posarse sobre la tela. Si no hiciese contacto físico con sus amigos profesores, se podría pensar que tenía un campo de fuerza alrededor. -Cálamo, ¿por qué nu